16 de mayo de 2011

Yo mismo




Un día cuando aún era un niño (hace no mucho) me fasciné con el descubrimiento de enfrentar dos espejos y ver mi imagen multiplicada al infinito, gozaba al esforzar mi vista adivinando en esas líneas indiscernibles la imagen de mí mismo.

Casi inmediatamente surgió en mí el deseo de estar materialmente ausente pero conservar mi mirada. Fue en ese momento que me di cuenta que yo estaba en mi mirada mas que en mi cuerpo y que mi más profunda intimidad era una ausencia.

0 comentarios: